Estrias del alma

21 de Mayo del 2009 a las 04:17:34 1 Leído (448)

Las estrías son cicatrices que se generan a partir de la ruptura de la piel y las fibras que las sustentan. Son el producto del estiramiento y al rápido crecimiento que se da, principalmente durante la adolescencia. Aunque nadie desearía tener este problema, del 50 al 90 por ciento de las mujeres embarazadas son propensas a desarrollarlas. Las personas que bajan o suben drásticamente de peso, así como también los atletas, quienes desarrollan rápidamente sus músculos, son susceptibles a la generación corporal de estrías. Este problema de estética corporal, deja rastros que son, hasta ahora, imposibles de borrar, así como también causan problemas de autoestima que perjudican el equilibrio emocional, sin respetar edad, o sexo.
A través de los años, se han realizado investigaciones para lograr revertir los efectos de las cicatrices, es decir, desvanecerlas y lograr un aspecto liso y radiante en la piel. Desafortunadamente, aún no se ha logrado desarrollar producto alguno para aliviar este mal, pero por fortuna para la humanidad, existen otro tipo de estrías o cicatrices que son capaces de sanar para mantener radiantemente la belleza física y espiritual.
A lo largo de la vida, estamos sujetos a sufrir diferentes cambios y fracasos que nos pueden dejar cicatrices, difíciles de borrar. Desde niños recibimos retroalimentación de nuestros padres, amigos y conocidos, que ayuda a formar una idea buena o mala de nuestro ser. Cuando iniciamos la adolescencia podemos tener experiencias negativas que nos dejan un mal sabor de boca. Años más tarde, cuando nos convertimos en jóvenes adultos, la sociedad tiene grandes expectativas sobre nosotros, tales como el terminar una carrera, tener un buen empleo, por supuesto, bien remunerado y formar un hogar. De no cubrir estas expectativas que la sociedad nos marca, podemos ser el blanco de sentimientos de fracaso, angustia y depresión. Cuando llegamos a una edad adulta, existe otro cambio drástico que nos puede afectar significativamente. Se trata del cambio de roles, es decir, en la juventud nos encontramos en la etapa productiva de nuestra vida y es cuando nos reproducimos, pero una vez que nos convertimos en adultos mayores, los roles que teníamos en la juventud, cambian totalmente. Este es el tiempo cuando nos retiramos del mundo laboral, en lugar de ser padres, nos convertimos en abuelos y dejamos de realizar las actividades que normalmente realizábamos. En fin, se dice que cada etapa de genera una crisis muy especial, que puede, definitivamente, marcar nuestra vida y la percepción que tenemos sobre nosotros mismos y nuestros logros personales.
Ahora bien, es totalmente cierto que es imposible el pasar por la vida sin que el alma nuestra se estríe y queden cicatrices, pero también es cierto, que a diferencia de las estrías corporales, para las estrías del alma; si existe una cura y está en nuestras manos. Esa cura radica en querernos a nosotros mismos y darnos el valor que realmente tenemos y merecemos. Cada etapa que vivimos sea agradable o no, tiene una razón de ser, y lo mejor que podemos hacer en cuanto a esto, es vivir esa etapa con alegría y aceptación.
En nuestra sociedad existen millones de personas luchando contra ellas mismas, viven con un inmenso dolor en su alma, porque no se han dado la oportunidad de sanar las heridas que su paso por el mundo les ha dejado; por eso, es necesario recordar, que el dolor envejece más que el tiempo y si nos han dejado con el corazón partido, hay que partirlo en mas pedacitos para vivir el amor intensamente.
No permitamos que los errores del pasado sigan cobrando factura en nuestro presente, luchemos por tener armonía en nuestra vida, aceptar nuestra edad, celebrar nuestros logros, confiar en nuestras capacidades y sobre todo, luchemos por curar esas estrías del alma.
~Angélica Villaseñor

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