Antonio Sanchez Cabrera
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critica. comentarios

20 de Septiembre del 2009 a las 19:47:07 0 Leído (424)




Este acreditado pintor con tres décadas de investigación plástica en sus manos y una solida formación en cuanto a técnicas se refiere, plasma de forma rapida y precisa escenas vegetales, antropomorfas y zoomorfas, todas ellas extraidas de su propia iconografía.
Hacedor de escenas costumbristas con pinceladas cortas y casi puntillistas, en sus primeros trabajos, mas tarde camina por el vertiginoso mundo de los pesares y las carencias del genero humane. La denuncia como arma movilizadora o revolucionaria se aprecian en series que hablan de guerras anonimas, personalizadas, socarradas, abiertas en carne propia o en el vecino próximo. Campos de batalla, de concentración, de exterminio... Mujeres y niños famélicos, todo ello definitivamente sobre lienzo para con su permanencia abofetear las caras de los indiferentes.
El mar generico, la mar cercana y doméstica. El campo impersonal, los campos labrios o de suelta de ganado tan intimos como subjetivos.... Todo en el óleo, el acrílico, los collages, a veces con tierras, areniscas, esqueletos de tuneras, hojas diversas, en fin... Todo vale para "recrear", es decir: V-O-L-V-E-R-A-C-R-E-A-R.
Los dragos, la euforia canariensis, las pitas, las tuneras, las tabaibas y tantos otros elementos botanicos de nuestra geografía van sucediendose en escenas a manera de cliché cinematográfico, para dejar en la retina un cumulo de sensaciones muy difícil de expresar con palabras, pero magnificamente planteado en la paleta de Antonio Sánchez.

A. Mª González Padrón



EL HOMBRE TIERRA...EL ARTISTA...EL MENSAJE


Por las noches de los tiempos un grito plástico comunica dos partes que separan por  fuerza pero que a despecho de desgarro estarán para siempre indisolubles. Es el mensaje de la vida, del ser y saber que es, como es, que se es.
Sempiterna, la raíz del hombre se concibe con la razón cautiva del barro, que unió desde la primera noche de amor la historia de la tierra. El abrazo del Hombre con el Hombre sobre un tronco concéntrico, anillado por anos centenarios del árbol de la vida y de la lucha.
Solido árbol de piedra, el Drago canario, la Caracola marina sonando desde los tiempos sin tiempos, distanciados del hombre solo por la luz de los orígenes del Hombre/ tierra, fraguados por los pinceles encantados por Antonio, que, como alguna vez, -Alguien-, invento lo que somos... y sobre el Hombre abrazado en la inacabable lucha contra sí mismo, esa espina de sabemos tanto, tantísimo y al mismo tiempo nada.
En las pinturas, en cada una de ellas y en todas, los trazos siderales de cósmica tersura, con luces propias, con mensajes a la carta siempre amarrados a la raíz que se hunde en la mismísima Tierra de donde abrevaran el mismísimo Hombre, su metáfora universal, que partiendo del mismo infinito se asentara con sus pequeños pies de isleños cual gigantes con sentido de Tierra y de Hombre. La proyección se achica para demostrar que es grande, para señalar la grandeza de lo chico, de lo elemental.
Esperando, aferrado, contagiando fuerza, estremeciendo verdades. Los dos elementos son dos primera vez, dos colosos, dos incansables vagabundos que forman el todo, la razón en sí misma, la raíz expuesta y oculta, los abrazos que fornaran descendencia.
El hombre y la tierra es el casamiento sin papeles, la eterna conjunción de amor y punto de partida de todos los rumbos de los cuatro costados del mundo y de la existencia.
Un día universal, un día terno que se traduce desprotegido, a la intemperie de los elementos, a merced de los personajes que el meollo humane crea para su mal, pero también a espacio descubierto por los amantes existenciales, aquellos que saben, aquellos que en la Madre Naturaleza tienen a su aliado infinito, sus fronteras, sus límites, los suspiros.
La arena, tierra labrada por vientos ancestrales, se le escapan entre dedos ansiosos de plasmar verdades, y, sin saber en cuales vientos, abordar cielos comunes, madres que esperan niños aun por nacer, gritos agudos enhebrados en pinceles absortos, con necesidad de crear huellas, con perentoria exigencia de paz y viajes.
Entre las coordenadas del barro y del cuento bíblico, nace (¿antes, después o al unisonó?) el hombre que dará perfil y conciencia. El Hombre solo; absolutamente solo, no seria. Tampoco la Madre Tierra. La pintura sola, sin usted, tampoco seria. Entonces, en esa simbiosis, para algunos significara solo una isla, para otros la promesa del más alla, para unos pocos privilegiados, como el caso de Antonio Sánchez, todo un perfecto ciclo vital, sublimado, acariciado por pinceladas exquisitas. ,
El artista, ese espíritu extra sensorial, nos propone ver dentro de su obra el más alia, ese secreto a compartir, esas dudas a penetrar, ese homenaje a concebir. Su inspiración son palomas buscando anidar entre las alas de la creación, del barro-tierra, del barro-pinceles, del barro-colores, del barro-libre que se transmuta en manos estrechas cuando se forma esa cadena mágica, exclusiva, canción plástica para todos los demás, simples y maravillosos mortales.
Juntos, estrechamente ligados, hombre y tierra, pintados juntos, volátiles, con la firmeza bien plantada y absorbiendo vida desde el mismo fondo de la lava que el volcán primogénito formo a su isla... a sus islas... a su universo. Luego, esa tierra rebotada por el viento del mar, esa tierra armada por las gaviotas aborígenes, esa tierra... su tierra, solo atina a reflejar fuerza pura, cuidada por colores y trazos perfectos que delimitan a su derredor, pero que saben volar, como la sangra roja de una herida abierta, a otras costas con flores y fuerza vital.
El sudor de las manos que crean, mecidas por el trabajo de los tiempos, enjaulados dentro del finito margen de un papal de dibujo, se deja chorrear extasiado para ganar los otros universos, para aventurarse en la tierra completa, esa que inclina el sol ante el mar agua y agua, vida y vida; ...ese sudor que se inclina entre continentes viejos, llenos de cicatrices sin sentido; ... ese sudor convertido en huellas de artistas, como nuestro Antonio, que desde sus manos apoteóticas, traducen el viaje a las luces ultimas de los confines. Un artista que sabe maniatar alegrías lúdicas, que explican distancias aferradas a muertes ajenas y propias.
La estirpe de la eternidad bulle en cada pincelada y luego trasciende por las almas sensibles, por los rayos postreros de cada día y por las lascivas manos de la fogosa noche animal. Un nogal retorcido, una huella, un Hombre cuanto espacio sin sombras aparentes, cuanta pintura con las luces del día y de la noche, del tierra/hombre y del hombre/tierra!
La eternidad es solo una pincelada alada, un bosquejo escapado del alma de un artista sublime habitado por sus pequeñas islitas, proyectadas en el querer eterno del universo mas alla del encendido sol de las galaxias aun por descubrir. Esa es la Tierra, ese es el Hombre, una proyección de alcances infinitas, juguetón, que aparece y se oculta, que ríe y llora con las alboradas húmedas.
La obra, en su conjunto destapa la vida, los vientos que son tesoros de la tierra y placeres del hombre. Fronteras que se pierden y sombras que marcan, al parecer tenues cotos, solo destinados a los cultos, pero que se escapan a pecho descubierto para invadir los corazones de los duendes que duermen acunados por los sensibles humanos. Ver el jardín rudo de la vida, aferrado a la procreación, con los dolores de los partos que parten como flores primerizas a través de una pintura bien parida por volcanes sempiternas.
No hay culpa, no hay senitud, solo fuerza espontanea de dioses terráqueos, hombre centre y fluido de luces mensajeras, de otras luces, de candados por desarmar, de fronteras por aislar, de islas por universalizar.
Loco de contento, un mundo de coraje, un mundo grito y suspiro a la vez, un mundo luz y tinieblas... un mundo camino de ida y regreso, un mundo carga que jamás pretenderá dejar de señalar los albores de mañanas para todos y cada uno de los hombres.
En la pintura de Antonio Sánchez se oyen los lamentos y se bebe el encanto de la vida, se viaja por sentidos y se deleita como un Dios cualquiera ante una bella mujer, de los hombres la creación más fuerte, infinitamente perfecta como la tierra misma. ^Es la tierra la Madre, esa hembra total que nos hace y deshace?.
También el mar existe como tierra tapada, y esa agua oceánica abraza para brindar puentes a las islas amadas. Entre esas Islas Canarias, la tierra y el hombre, en síntesis, con los sueños del artista como huellas de aromas existenciales, cual mano nervuda, su raíz se afirma al viejo suelo a succionar la vida y el arte de Antonio, desde un simple papel de dibujo, los convierte en un sueño verdadero.


Rafael Videla Monberg
Escritor






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