Pedro Manuel Martínez Corada
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Entrevista en Literaturas.com

31 de Mayo del 2008 a las 13:52:39 0 Leído (535)

-Bueno, Pedro, ha sido un placer haber leído Nunca llueve sobre el Sáhara (y otros cuentos) y que tengamos esta entrevista... 

-Muchas gracias, Nacho, también para mí es un placer estar aquí contigo. 

-...y hablando de este libro me gustaría empezar por el último cuento, que me ha llamado mucho la atención. Ese cuento, Nunca llueve sobre el Sáhara, que da título al libro, habla de un escritor que ve la muerte y tira todo lo escrito, pues no quiere volver a publicar. La figura de la botella, con sus mensajes manuscritos, es una reflexión profunda respecto de la literatura y de lo que son los autores ahora, ¿no te parece, Pedro? 

-La verdad es el que el simbolismo de un mensaje en una botella se ha utilizado muchísimo, no es ninguna novedad, sí plantea algo de reflexión sobre la literatura pero sobre todo, alrededor de la propia realidad de la vida. Hay un momento muy especial en el relato -intentaré no destapar demasiado el mismo- en donde el personaje dice que manda mensajes a alguien que no conoce. Es escribir buscando la magia de lo desconocido. El personaje dice también que tiene la suerte de saber que se va a morir y que va a poder despedirse de lo que le queda de familia, pues el resto de ellos no pudieron hacerlo ya que murieron en un accidente. La reflexión sobre la literatura es tangencial en este relato, pero está presente en cuanto a que la misma intenta reproducir la vida, es parte de la vida, aspira a contar lo que sentimos, lo que padecemos, lo que soñamos, lo que hemos sido o somos. 

-Y además de una forma muy tierna... 

-Sí, quise escribir un cuento que tuviera un punto de esperanza en el futuro, creo que necesitaba un final optimista, que no fuera una historia desgarrada. 

-Pedro, en este libro veo que los temas de la Guerra Civil española y la posguerra están muy marcados. En relatos como Tarde de sábado o El silencio del valle te recreas en ellos, son lugares que tú conoces bien, ¿que significó para ti ese tiempo? 

-Antes de nada decirte que creo que se ha escrito muy poco todavía sobre esos trágicos años de nuestra historia. Aún hay muchas personas que lo recuerdan y podemos escuchar sus historias al respecto de esos momentos terribles; cuando hayan muerto todos seguiremos, o habrá que seguir, recordando. Pero aparte de la crueldad del levantamiento militar contra el gobierno legítimamente constituido, de la guerra que se produjo en consecuencia y de los miles de muertos y exiliados, está también la época de negrura y deseperanza que hubo para las siguientes generaciones. Y yo pertenezco a una de ellas, a los que nacimos a principios de los '50. Fueron generaciones castradas, generaciones que no pudieron expresarse lo más mínimo, que vivieron el terror de la dictadura, la censura y la escasez de recursos. Ese tiempo forma una parte sustancial de mi vida y los recuerdos de lo que yo oí y viví en mi casa, en el barrio, tenían que estar en estas páginas. Sí, hay que escribir más sobre esos tiempos que destruyeron la vida de tantas personas. 

-Estoy repasando los relatos que conforman tu libro y nos encontramos que en El río petrificado -que me parece que es un relato muy pesimista- hay una una última frase desoladora que marca el cuento: "Aún quedaba mucha nieve por venir", ¿qué siginifica ese río petrificado?

-En ese cuento hablo del año 1957 ó 1958. Es una época aún tremenda en España, en donde mucha gente habla del extranjero con envidia, como si en otros países las calles se empedraran con oro. Son unos años en donde todo parece haberse parado, donde parece que nada puede ocurrir. La dictadura de Franco está completamente establecida, todo está atado y bien atado. En El río petrificado vemos una carretera que surge de la nada para perderse en la nada; la campiña pareciera estar suspendida en el aire... pero esa frase algo lapidaria, que acertadamente señalas, también indica que el tiempo no de puede detener. Es un relato sin salida aparente... 

-Hablando de otro cuento, en La mano inocente me ha sorprendido y gustado cómo recoges palabras que no son muy utilizadas ya. Aquí utilizas términos como "chiscón" , "cuchitril", "barbinegro", "pañoliqui" -muy madrileño-, o frases como "terminar de naja", en fin que utilizas también un castellano de raza para tus textos... 

-El castizo, aquella forma de hablar que teníamos en el "foro" se está perdiendo, si no es que se ha perdido ya. Soy de los que pienso que hay que reivindicarlo, que hay que mantenerlo como un distintivo cultural de esta ciudad que tuvo en su momento calles con huertas por donde los coches pasaban cada dos horas, y en las que podíamos jugar en la calzada un partido de fútbol. Esta forma de hablar muchos la han olvidado y otros, quizá, tienen reparo en utilizarlo por conisderarlo poco "culto". Creo, como te digo, que hay que recuperar el castizo, más todavía en estos momentos en que se escribe con la "k" y tres líneas seguidas parecen un suplicio. 

-En El silencio del valle, un cuento en donde reivindicas también el asturianismo, otra de tus señas personales, para mí tienes una arrancada excepcional con el primer diálogo que se produce y que quizá da para un corto: "¿Qué viene a hacer a España?" -pregunta un Guardia Civil; "Vengo a ver la tumba de un amigo" -responde el personaje sin pestañear; "Y eso, ¿dónde queda?" -vuelve a preguntar el guardia; "Eso sólo nos importa al muerto y a mí" y el guardia civil dice, lacónico: "Ya, abra la maleta"... Me parece genial. Aquí también hablas de la posguerra y de los maquis... 

-Sí, es en el tiempo de los "25 años de paz", los maquis hacía muy poco que habían desaparecido. Franco intenta lavar la cara al régimen y piensa en que la O.N.U. le acepte y acabar, de este modo, con el boicot que todavía hacen a España las democracias occidentales. El personaje, Ramón, tiene los cojones de pedir el pasaporte en contra de todo lo que piensan sus amigos exiliados en Francia, lo consigue y regresa a España. El diálogo, por cierto, no es muy distinto de alguno que yo viví en 1968 y 1969, cuando viajé a París y tuve que sufrir las preguntas lapidarias de los guardias en la frontera. Eran tiempos, ya sabes, en que llevar melena y barba era muy sospechoso. 

-Nos encontramos, a mitad de camino, con un relato que para mí es la joya de la corona: Hilo de oro. Es una historia de intriga y de misterio, donde se mezcla lo gótico con el terruño puro y duro y en donde descubres para la literatura el mito asturiano de la xana. 

-Bueno, mi madre es asturiana y he pasado mucho tiempo allí. La xana es un mito que siempre me atrajo y la historia maduró después de muchos paseos por aquellos bosques y costas... Para mí, la xana representa el amor en estado puro o el Amor con mayúscula, algo sobre lo que ahora parece que también da vergüenza escribir. Un amor de este tipo exigiría tanto que produciría miedo e, incluso, conducir a la muerte. Basándome en esto -el amor te puede salvar, pero también abrasar- ideé la trama del cuento. 

-¿Y respecto al estilo con el que está escrito...? 

-Quise escribirlo desde el punto de vista más "clásico", dividiendo incluso el cuento en capítulos con su título correspondiente. Es una narración en donde se espera un final sin sorpresas, en donde el lector sigue la historia paso a paso y sabe que con la palabra "fin" el cuento se desplegará entero ante sus ojos. Por cierto, tengo que reconocer que aquí me plegué a la moda de las historias con manuscritos escondidos, sortilegios misteriosos, etc... (risas). 

-Pero le da un toque muy interesante... 

-Sí, creo que sí... Hilo de oro, es un cuento sobre el amor, es un cuento de amor... 

-Otro de los relatos que más me ha gustado es El botones . Yo creo que es un puro relato negro, policíaco, con muertes como se moría antes, con un toque pedófilo si se le puede añadir este término muy actual, también muy macabro. El botones, ¿cómo surge? 

-En El botones está la España negra. Pero la España del desarrollismo, la de las putas de Chicote y de El Abra, en donde muchos curramos en oficinas siniestras, destartaladas, sucias, en donde había muchas veces individuos impresentables. Allí se explotaba a botones -me parece que ya no existe esta categoría laboral-, chavales muy jóvenes que por una miseria trabajaban horas y horas. Estos chicos aprendieron las peores mañas de aquella sociedad. La historia cuenta, en última instancia, la miseria que produce la represión, la suciedad que genera el tener que ocultar lo que se es. Vista la historia con los ojos de ahora sorprendería que una cosa así pudiera pasar. 

-Una España en blanco y negro... 

-Exactamente. 

-Y con La mar tapada llegamos otra vez a tu lado más costumbrista, más asturianista, más puñetero (risas) si se me permite la palabra. Este cuento me parece rescatado para el libro, ¿es así...? 

-Así es. Muy bien tu intuición. El cuento lo escribí para presentarlo a un concurso en Asturias y como pedían determinadas cosas contenidas en el texto a presentar lo jodí del todo. Son de esas tonterías que se hacen a veces... No me gustan mucho los concursos, pero de vez en cuando me he presentado con la sana intención de pillar algo de currículo. Este relato también tiene que ver con el amor, pero éste está en un segundo plano: el mito del cuélebre es para mí la representación del rebelde, la dura vida del ser que es distinto a todos los demás y tiene que apañarselas para sobrevivir. 

-Y es un relato que también tiene una apreciable sensualidad, un cuento lésbico... 

-Con el toque lésbico me imagino que muchos asturianos de pro quizá puedan escandalizarse, pues hay que suponer que tiene que ser un guapo caballero el que libere a la dama de entre las fauces del animal. 

-Todos eran iguales, menos uno, el siguiente relato que tengo anotado, a mí me ha recordado mucho, Pedro, la forma de narrar de Delibes, recorriendo caminos que tan bien nos enseñó el maestro de Valladolid. 

-Te agradezo mucho que me compares con el maestro (risas), uno de los mitos de mi juventud. Sí creo que con este cuento quise inspirarme en este estilo literario, preciso, escueto, pero de una gran capacidad comunicativa y poética. Además, transcurre en Castilla, a comienzos de la década de los '70 en que muchos pueblos fueron abandonados debido a la emigración a las grandes ciudades. Tiene que ver también con una determinada generación, con la de Triana, con la de Hilario Camacho o los Rolling; mucha gente de ésta generación militaba en la clandestinidad en el Partido Comunista o en Comisiones Obreras y rechazaban la masificación de las grandes ciudades. Es un cuento politico, sin duda, aunque sólo se vea la política a través de las conversaciones de los dos personajes principales. 

-En Jugando con Alicia -cambiamos de relato- hice la obervación, después de leerle, de que me parecía un relato de observación, como si se tratara de un ejercicio para un taller literario, ¿pueden ir por ahí los tiros? 

-Es un juego. Este cuento se me ocurrió a partir de un hecho real que me ocurrió en Mérida. Observé a una pareja de ancianos que daba vueltas sin parar alrededor de una fuente y se lo comenté a Ana, mi mujer, quien me dijo que cómo me fijaba en esas cosas... A partir de ahí, se me ocurrió la idea y lo escribí de un tirón. Es, también, un humilde homenaje a los cronopios de Cortázar. Ojalá me haya quedado tan redondo, tan circular como a él le gustaba definir a un relato que le hubiera agradado. 

-En las preguntas de las entrevistas, uno, cuando es periodista, siempre acaba diciendo cuando escribe un email: ¿Y cuáles son tus influencias literarias? Aquí estamos viendo, que gracias a que no hay email, que la entrevista se hace en vivo, pueden salir todas tus influencias literarias porque las estás contando. Las influencias de la gente que te han gustado, te han marcado son muy importantes para la vida de un escritor, para formarte y sobre todo para tener un criterio de gustos estéticos que luego plasmar. Bueno, a ver, después de este rollo que yo no sé por qué he hecho esto, un cuento que también me ha gustado mucho: Disparos en un parquin. Me he identificado también, veo esa España que describes de los "progres", ¿cómo fue ese viaje?, porque está claro que aquí la primera persona delata que se hizo realmente. 

-La anécdota del viaje es verídica. Luego la pasé por la "turmix" literaria. Es uno de tantos viajes de los que hicimos en aquel tiempo, donde íbamos arrastrados por las carreteras ya que no teníamos un puñetero duro. El cuento está dedicado a mi hermano, protagonista de la anécdota. También creo que hay que escribir mucho Más sobre aquella epóca, en donde la gente que viajaba de aquella manera tenía un poderío que ríete tú de Keoruac o de los hippies. 

-Sí, parece un viaje de iniciación, pero de vuelta de todo un entramado de aventuras... 

-Es un descubrimiento de la Europa en donde nos llamaban "españolos". 

-Oye, paso al relato Toubkal un relato de venganza, de aventura, de celos, ¿cómo te da por saltar entre estos registros tan importantes? 

-Es que todos llevamos de todo... Es un cuento sobre los celos, que cuadré por fortuna con una aventura durante la escalada de una montaña, ya sabes que durante un tiempo me dediqué al alpinismo y me apetecía escribir algo en donde estuviera presente ese mundo. Creo que aquí he recogido algo de Agustín Faus, aquel buen escritor que supo fundir la ficción con el alpinismo. 

-Ahora llego a otro de los relatos: La soledad de la gata. Me ha gustado lo cotidiano que es, que refleja como si fuera en una pantalla lo que está ocurriendo en la vida de la protagonista y además me ha sugerido un corto, es un relato muy cinematográfico y creo que se lo merece. Hablando de registros y de temáticas, La soledad de la gata es un tema muy actual de nuestras ciudades: el tema de la inmigración. ¿Cómo enfocaste este relato? 

-No sé si decir lo que voy a decir. Este relato es un homenaje a las victimas del 11-M y alguna vez he debatido en dónde está el momento en que el citado homenaje se hace presente. Hay un momento en la historia que la protagonista escucha un mensaje en un contestador que dice que "hoy es 11 de marzo" y poco después ella se va porque "tiene que darse prisa o perderá el tren para la estación de Atocha...". 

-Esto que me dices abre todavía más posibilidades para ese corto que algún día pueda hacerse... El aspecto que tú me resaltas me lo he pasado por alto, me he fijado nada más en los personajes protagonistas, en el tío de la casa, en la mujer trabajando, es decir en la vida cotidiana de una empleada que oye ese mensaje pero nada más... 

-¿Tengo que ser más explicito en el relato?, ahí me queda la duda, creo que debe quedarse como está... y que cada cual entienda lo que sea.
 
-No, No, creo que así está muy bien, aunque entonces el título me parece que no ha sido acertado.
 
-Yo puse La soledad de la gata porque imaginé que la protagonista muere en los trenes de la muerte ese día y la gata se queda sola
.
-Eso cuadra... ¿Y tú crees que la gente lo entenderá si no contamos lo que estamos contando ahora...? 

-Pues no lo sé, los que lean esta entrevista, sí. También pienso que en los momentos en que escribí este cuento la fecha del 11 de marzo era emblemática, hoy ya no lo es tanto. 

-De puta madre, una relectura del cuento. Como te digo, creo que se merece ese corto... Y, ahora, cuéntame algo de la portada. 

-A la portada, como supongo que pasa con todas las portadas, le dimos unas cuantas vueltas... La foto es de mi hijo Diego y presenta una botella luminosa flotando en una ola abstracta. La botella lleva un mensaje que puede ser algo relacionado con la literatura, de lo que acabamos de hablar..
-O un mensaje del protagonista. 

-Así es. Creo que es una buena fotografía, sugerente y con calidad que es lo que se busca para la tapa de un libro. 

-¿Con qué editorial lo publicas? 

-Mandala&LapizCero se ha encargado de ello, con las auspicios de CiÑe, un círculo independiente de escritores y escritoras del que soy socio desde hace tiempo. 

-Oye, este es tu último libro, pero has tenido alguna experiencia más, ¿cómo funcionaron? 

-Los dos otros libros que publiqué fueron experiencias colectivas. El primero -Cuentos de El Comercial- tuve la suerte de que lo presentaras tú y está agotado...
 
-En el famoso café El Comercial... 

-Allí fue. Luego, llegó Vampiros, ángeles, viajeros y suicidas, que nos editó Kokoro Libros y cuya segunda edición ya está a punto de agotarse, también, y ahora este mi primer trabajo lo cual te pone de los nervios... 

-Ya me imagino. 

-En fin, esperemos que el libro guste a los lectores y pueda vencer los obstáculos que tiene en el sistema actual una producción editorial de este tipo.

-Yo lo recomiendo a los lectores, sin duda. Y antes de finalizar, me gustaría saber otra cosa: ¿Y la novela, cuándo, cuándo...? 

-Pues tengo ahí un proyecto con el que me quiero enredar en breve. A ver qué tal me siento haciéndola, pues una cosa es que decidas ponerte a escribirla y otra que el asunto funcione. Supongo que cuando llegue el verano y me ponga delante del Cantábrico comenzará a despejarse la incógnita. 

-Pues que usted siga escribiendo, relatos o novela, porque nos ha agradado mucho esta conversación. Muchas gracias, Pedro, como siempre aquí tienes a un amigo. 

-Muchas gracias a ti; Nacho, ha sido un placer estar charlando aquí contigo. 

-¿Quieres añadir algo...? 

-Pues aparte de lo grato que es estar con un amigo, que la cerveza estaba cojonuda... 

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Entrevista publicada originalmente en la Revista Literaturas.com (2008)





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