Gross, antes del viernes

07 de Febrero del 2008 a las 12:12:25 0 Leído (527)

GROSS, ANTES DEL VIERNES
POR ANGEL FRIAS



Gross, espectador de la vida, del teatro de la vida, y con patente de propiedad sobre el profundo significado de sus propios silencios, se atreve a transformar las imágenes en formas substanciales de arte rindiendo culto a un mundo de remolinos y fragmentos, ahora convertidos en materia pictórica sensible y concreta. Es así que por ello las claves de esta serie parecen estar reanudando dramas desprendidos que flotan a la ventura y deriva de cada mirada. Cada cuadro se muestra como pura forma objetiva, contenido de una realidad que se reconoce en el eco de si misma. Se está ante una especie de relación entre autor y obra que tienden a contrastarse mutuamente, y, sin embargo, el trabajo artístico normalmente empieza a dirimirse por el grado de identificación y de interioridad que pueda darse entre autor y espectador. Llegar a la identidad resultaría imposible, ya que, por principio de libertad creadora, está vedada toda tentativa de unificación, de constituir entre ambas partes la misma experiencia, y porque las cosas son solo como uno las siente. No obstante, siempre habrá quien sostenga la teoria de la presencia de un estrato narrativo garante de significaciones compartidas: espectador sería aquel que aspirase a sustituir al artista en el campo de su experiencia. ( Me doy una tregua pensando que no hay mucho mas mejor por lo que me haya merecido la pena vivir que por sentir todavía hoy el purificante olor a madera y carbón de los lapiceros y el blanco puro de los cuadernos de mi infancia). Dos galerías temáticas constituyen esta seria que me atreve a denominar escenas elocuentes y el retrato. Las escenas son breve noticia de instantes desplegados en nítidos paisajes humanos donde las figuras han sido explicitadas según cánones que se fundamentan en el sacrificio de la forma en pro de la máxima consecución de expresividad, porque esos paisajes humanos – inequívocamente- son reanudación de dramas perdidos, son momentos de discursos vitales. Por eso es innegable que este trabajo de Gross huele a mundo, a comunicación gestual, y que en él se aprecia la conversión de emociones en materia artística mediante la apelación a la sensibilidad y a la receptividad de los sentidos. Receptividad de los sentidos, pues, qué si no, pretenden esas nítidas masas de color carente de significado simbólico, estudiadas como atmósfera y ambiente donde el drama de la acción ha llegado a instalarse, pues, qué si no, se trama con su conversión en planos generados de espacios y su ubicación al servicio de la luz de cada escena, su facticidad alusiva a las propiedades físicas de las masas, líneas, volúmenes, equilibrios y proporciones, etc. Es evidente y llama poderosamente la atención la sensación de tensión entre los valores abstractos y lo figurativo, sobre todo en esas figuras esquemáticas, deformes, toscamente dibujadas en trazo grueso, pero repletas de gestos e impulsos humanos. Y no se porqué creo que Gross ha convertido sus pensamientos en sensación, ha llevado toda la emoción a color y forma, y quizás aquí esté la clave de esa tensión, puesto que la sensación ha sido definida como una noción híbrida entre los subjetivo y lo objetivo, concebida a partir del objeto y aplicada enseguida al sujeto. Respecto a los retratos, este pintor lleva a otro argumento, a la postura de experimentación en oposición a estilos consolidados, a un alejamiento consciente de los inevitables modos estereotipados y convencionales. Todos y cada uno de los retratos de Gross se me revelan en capas que remiten a profundidades impenetrables de la vida: estratos de materia que conserva para sí misma la memoria de visicitudes humanas y que no producen ( ni por asomo) el efecto reflejo, impreciso, de una mascara. Aquí los colores son energías que expresan la apoteosis de las realidades elásticas, los tonos de caducidad o fuga del tiempo, y de lo que, imprimiéndose en las facciones, define la manera de ser y los gestos. (Dejo que fuera el gesto el que indicara lo que quería decir). Ahora bien, si las cosas del arte son como al artista se le representan, también podrían ser de otra manera. (Volví cuando la madrugada ya estaba avanzada, regresé por calles desiertas, escuchando el ruido de mis pasos). Para Gross, pintor en auto ineludible búsqueda del sentido del color y del álgebra de los rasgos, se concilia una obra ecléctica entre los valores de la linealidad figurativa, esquemáticamente descriptiva, y el vitalismo del color. Pero habiendo hay más, una temática caleidoscópica y cruda de la existencia, cuya máxima expresión viene dada en imágenes asomadas al lienzo desde el insondable río de la vida, los retratos. Retratos que nos muestran como cada día se convierte en un estrato que va siendo almacenado, oculto, en lo más recóndito de la personalidad.


Madrid 2005
Texto para catálogo “Gesto constructivo”
Ediciones Roberto Ferrer.

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