Rafael Piedehierro Holguera.
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COLOR PLATEADO.

01 de Julio del 2009 a las 12:50:12 0 Leído (751)


DE COLOR PLATEADO.






A la caza de las ilusiones perdidas, mentalmente te tengo en un recodo guardado de mis
Silencios,

Soy minúsculo de la parte más delgada del cerebro, pero tú estas hay en un silencio lleno

De todo.

No hay día tras día que mi piel recuerde tus caricias, noches que perdí sin acariciarte



Soledades en las sombras de un cuarto oscuro, tú conmigo pero yo sin ti besando el aire

Lo acepto sin tocarte, mi calor es efímero débil flojo como una pluma sin posarse en tu preciosa mejilla sonriente y rosada.

Eres la misma imagen de una flor sin olor, pero a mi me hueles al río que pasa por ese lado sin saludarme.

Nuestros besos se fueron al desierto más lejano, queriendo encontrar esa agua necesaria para que no muriesen nunca,

Hay de nuestras caricias, por ese río subterráneo debajo del asfalto protegidas, miradas opacas de ojos que ven, en el más profundo de las heridas.

Sopla el viento, en las esquinas mujeres preñadas, buscan un destino eterno para sus crías, oscuras mañanas de aromas tristes de madrugadas muy frías.

Alborada sin luz, retraso oscurecido de ilusiones perdidas, una fuente sin agua, llena de escarcha, impregnando la calle eternamente vacía.

Hoy en la madrugada vi. Al mismísimo diablo con los ojos destrozado por el rayo en su opacocidad brillaba un cielo ausente de felicidad eterna, triste se llevaba las manos a la cabeza, pensando en su maravillosa hoguera.

La aurora cabalgaba silenciosa, se escapaba como una mariposa sin color ni luz en el horizonte azul de los olvidos. Los hombres sin abrazos no tienen futuro, en esta mañana gris sin esperanza ni camino.

Arriesgadas manos de mortales pensamientos, viajan en coches descapotables lujosos brillos y huecas mente de desperdicios, con el tacón hasta el tobillo pasarelas que resbalan y cremalleras, apliques metálicos que hieren al estilo delicado de los sentidos.

Bajo una luna roja el perfume se fue olvidando, solo quedó una ausencia presente de tu cuerpo y el mío.

Quiero disfrutar de un Planeta ahora mismo, con urgencias respetando a los seres vivos, así que quizás, pensemos que en un futuro cuando todo desaparezca, tengamos un gran paraguas para todos, de tolerancia y protegernos, bajo una bóveda de luz en un nuevo camino.

Hay caracolas que se unen a las estrellas, de esa unión sale el reflejo del eco expandiéndose por el Universo, sideralmente perdidos esos Dioses, que hoy no nos reconocen, en este Planeta azul roto y dolorido.

Somos diminuta espora cabalgando en el Todo, de pensamientos grandes encerados en un cerebro pequeñísimo de mutación lenta, buscándonos a nosotros mismos, pequeñas esporas en nuestras mentes sin destino.

He salido de ese espacio, cuando os contaba mi idea, me fui lento asentarme, sentí que mi espacio terrestre séme había acabado, y un gran agujero se abrió a mi derecha y caí al abismo, entré en ese túnel de rosas violetas y perfume acaramelado, fui feliz aunque fuese por décimas de segundo y amado.

Os contemplé en una gran hoja seca de platanero clorofila, viajabais volando sin ningún destino, os abrazasteis porque la hoja se rompió, no caísteis al abismo porque vuestra mente viajaba dormida, en ese espacio del deseo y ternura.

Hay un silencio que me está hablando en la habitación, pero no lo entiendo es un idioma diferente, no entendible, no comprendido, no deseado, no apropiado, siento frío en la piel de mis brazos, serás tú cuando mi mente desea tus abrazos.

Quiero mezclar materia y sentimiento, hacer un abstracto invisible que nunca desaparezca para nuestros ojos, y los invidentes así deslumbrados vean una gran mancha de amor y colores deseados.


La mariposa se rompió las alas, mil diminutos fragmentos volaron hacia un destino fijo.
Tus manos para reconstruirla y volar de nuevo, mariposa ya con destino guiarán por finas turbulencias los amores perdidos.

Hay preciosas melodías en el aire, es como una pluma volando muy lentamente al centro del alma.

Un susurro en el oído y la mente, como caminos hacia la verdadera eternidad.

El Sol brilla, la alborada, en este Planeta azul, para unirse en el precioso Universo.

Necesito tocarte, mirarte tus ojos, y acariciar tu piel para sanarme. Estoy enfermo, muy enfermo, si no bebo de ti para salvarme. Que fría la mañana tormentosa, si no te encuentro a ti oasis de mi vida y de mis juegos.

Luz de mis ojos, quiero ver un paisaje en el horizonte limpio y hermoso, sin polvo de mentiras, ni huecos, ni piedras volando que rompan la verdad de una esperanza plateada conmigo.


Quiero irme al mar, con mis manos, levantar el agua de color plateada y hacer olas de amor para todas las orillas, de todos los mares del Planeta y besar al hombre humillado y roto.

Yo no busco, me encuentro el amor siempre, unas veces para ser feliz y otras para ser desgraciado. La mente humana para defenderse enamorada, necesita que los ojos se fijen en otras miradas, por si alguna de ellas es positiva para ser feliz verdaderamente de nuevo. Claridad en el oscuridad siempre, en el cerebro del ser humano bueno.

Gracias por esa casa de cristal que nunca rompemos, está llena de ilusiones nuevas y perdidas, en todos nuestros sueños, se oscurece cuando lloras y empaña el vidrio de nuestros recuerdos. Imagen fosforescente en la pared plateada cuando llueve, en la esquina un volumen hermoso que no quiere verse desnudo, brillo de agua permanente.


En la madrugada, oí un grito violento como un silbido metálico, llenaba el espacio gris húmedo y con la niebla espesa, lloraban todas las ventanas, en la calle un silencio que me hablaba de ti, me consolaba el alma.


Un voluminoso espacio joven, acompañaba a otro más delgado y viejo, el mayor de edad hablaba y hablaba y el joven permanecía siempre en silencio.


Como un papel secante se empapaba de la sabiduría del viejo, carne apaleada del tiempo pasado, en los años sin fin de las continuadas estaciones de los años. Su luz se apaga y como una antorcha de queroseno, se desgasta con el tiempo.


En estas calles de Badajoz donde todo parece mentira, hay bloques de hormigón con cajas de cerillas, llenas de seres extraños con vida y sin vidas, a golpe de esfuerzo de pensamientos de delirio, van andando por las aceras del olvido. El horizonte anaranjado por el Guadiana cabalga a su destino, llegará al mar expandiéndose para refugiarse en un estado húmedo y frío.

Hay de aquellas cenizas del gran poeta olvidado, que fueron arrojadas al río plateado que el deseaba y quería, adoraba su gran mancha húmeda que bañaba Badajoz, hombre de las mil ideas perdidas, trabajador en tantas materias, pero de pie siempre con tu pluma y lápiz jamás anduviste de rodilla, siempre erguido altanero, fuiste poeta desde que naciste, Manolo Pacheco, tu para mi no te has ido.
Olvidados como un silencio en la penumbra, lloran los poetas extremeños muertos, que no perdidos en las ausencias presente de las calles y los vivos, hay cuando lloran los parques y las flores si olor ninguno, al unísono, ecos perdidos devoran los olvidos.

No hay más cuerpos, ni más materia, se volate rizaron en un suspiro, todas vuestras letras poemas y escritos se fueron por un mismo camino, JESUS, MANOLO, LUIS, decirme por donde os habéis ido. Quiero encontraros para caminar juntos y perder ya este mundo.


Bandadas de mariposas blancas y negras, vieron mis ojos en esta tarde gris, caminando en círculos rodeándome todo, para vivir o morir. Soy tan débil, que no me veo ni me toco, solo siento, palpitar mi corazón roto.


Como el ave fénix, no me queda más remedio que resurgir del gris polvo, y volar de nuevo contigo, no me traigas carne dolorida, ni sangre negra, tráeme luz propia sin subastas ni vendida.



Que fuego más abrasador en mi mente se fragua, y el agua para apagarlo siempre falta, eres sombras de mis recuerdos y solo yo sin ti soy un olvidado desierto.

La efímera sombra cabalga conmigo, allá donde voy camina despacio pero cierta de estar viva, en presencia de mi generosa vida.

No hay un silencio de color plateado, que yo no aya besado en mi oscuridad, más libre y deseosa que el hambre cuando te agobia, te combate en los huecos del deseo y con urgencias te premia.

Buscaré en las orillas del Guadiana, ese beso perdido de la mañana y con tu perfume subiré a cualquier colina plateada y deseada.

La cima es blanca, desde aquí siempre subes conmigo, no estas pero te llevo en mi cabeza rodeada de el sombrero aquel que hicieras para mi, con tus pensamientos y los míos.


Rafael Piedehierro.



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