En la infancia, tenemos otra perspectiva de las cosas que nos rodean. Progresivamente vamos recibiendo diferentes influencias que van concibiendo nuestra personalidad, midiendo el valor de las cosas (aunque muchas veces sacrifiquemos el valor de su belleza natural para medirla en valores de mercancía), el verdadero significado de las relaciones con los otros está dado por los sentimientos, los deseos. En la perspectiva de un niño, y en la búsqueda de un hombre en el reencuentro con su niño interior.
La obra que desarrolle decidí basarla en un libro, que fue de gran influencia para mi: “El Principito” de Saint-Exupery. Verdaderamente no quise atarme fielmente a los personajes, ni a la historia; sino en lo que podemos vernos representados, como lo son los valores, la moral, la amistad, el crecimiento, la sabiduría, etc. sin olvidar que estos pueden verse comprometidos por el egocentrismo, las murallas que nos construimos los seres humanos, por la indiferencia, etc.
Abordando ésta temática debo aclarar que si bien, fue tomado este eje, también quise recrear esa competencia que ocurre entre nuestro exterior e interior, es decir, aquello que ocurre tanto físicamente como ideológicamente; dejando al descubierto esa debilidad que tenemos tantos de nosotros; cubriendo lo que sentimos y pensamos, a veces negándolo.
Como así también, dejarnos llevar por cosas que "creemos" importantes, y como consecuencia nos perdemos de otras que tal vez, simplemente, nos hacen más felices.