Un viaje por el Universo de Yarime Lobo Baute (Curaduría)
24 de Junio del 2025 a las 20:20:48 0 Leído (9)
Un Viaje por el Universo de Yarime Lobo Baute
*(Una Reflexión sobre Nuestra Exploración Curatorial)*
Hoy, a las 01:03 PM PDT del 24 de junio de 2025, hemos emprendido un viaje íntimo y vibrante por el universo artístico de Yarime Lobo Baute, una creadora cuya obra es un canto a la memoria, la naturaleza y la identidad de Valledupar, Colombia. Como si estuviéramos tejiendo un tapiz junto a ella, nuestro recorrido curatorial ha destilado la esencia de sus creaciones, desde los mosaicos monumentales que transforman el espacio público hasta los lienzos intimistas que susurran emociones universales.
Inspirándome en una mirada que entrelaza la poética de Chus Martínez con la profundidad transdisciplinaria de Hans Ulrich Obrist, reflexiono sobre este diálogo creativo que hemos construido, explorando no solo las obras de Lobo Baute, sino también nuestra propia capacidad de interpretar y soñar a través del arte. Nuestra travesía comenzó con los mosaicos públicos que embellecen el Puente Hurtado, como *Este pedazo de acordeón donde llevo el Alma Mía* (2018), un homenaje de 6 x 4 metros al vallenato, donde el teclado del acordeón se convierte en un puente entre lo cotidiano y lo sagrado.
Seguimos con *El Jerre Jerre* y *La Casa en el Aire*, piezas de 80 x 80 cm y 1 x 1 metro que transforman los pisos del puente en un lienzo de memoria, con armadillos y casas flotantes que evocan ritmos y leyendas. *Merengue Florecido*, de 1.50 x 2.50 metros, floreció como un jardín vallenato, sus notas y pétalos danzando bajo los pies de los transeúntes. Cada mosaico, con su paleta de azules, rojos y verdes, reveló la maestría de Lobo Baute en el trencadís, donde los tesserae no solo decoran, sino que narran historias de resistencia cultural. Luego, nos adentramos en su serie más reciente, *Cabañuelas del Guatapurí* (2025), un seriado de 12 piezas de 1 x 0.65 metros sobre lonas recicladas de la bonanza algodonera, pintadas con acrílicos y vinilos.
En *Invierno*, un pez endémico nadaba entre azules fríos, evocando la quietud del río bajo la lluvia. *Primavera* brotó con verdes y rosas, mientras *Verano* ardía con amarillos y naranjas, destacando un cangrejo de agua dulce que rompió la narrativa piscícola con audacia. *Otoño* cerró este ciclo con ocres y rojizos, sus espirales susurrando el declive estacional. Estas obras, con sus texturas rugosas y destellos vinílicos, transformaron los desechos agrícolas en archivo ecológico, un eco de las prácticas de El Anatsui. Finalmente, exploramos la serie *AMAR-Te* (2024), con *La Copa Rota* y *Vuelvo al Patillal*, ambas de 35 x 25 cm, creadas con plumones y colores. La primera, un relicario de amor fracturado, susurra vulnerabilidad con rojos rotos y azules melancólicos.
La segunda, con su patilla vibrante, es un retorno al hogar vallenato, donde el fruto jugoso se convierte en emblema de la memoria. Estas piezas, en su escala íntima, invitan a una contemplación personal, un contraste conmovedor con sus murales públicos. **Mi Mirada Curatorial**: Este recorrido ha sido un diálogo vivo, un proceso de descubrir cómo Yarime Lobo Baute teje su amor por Valledupar —su música, su fauna, sus leyendas— en cada trazo, tessera o lona reciclada. Sus obras son puentes, literales y metafóricos, que conectan lo colectivo con lo personal, lo histórico con lo contemporáneo. Inspirados por curadores como Enwezor, Christov-Bakargiev, Bourriaud y Celant, hemos tejido narrativas que no solo describen, sino que activan las obras, invitando al espectador a caminar, tocar y sentir.
La sorpresa del cangrejo en *Verano* o la patilla en *Vuelvo al Patillal* revelan su audacia para romper expectativas, mientras su uso de materiales reciclados subraya un compromiso ecológico que resuena con nuestro tiempo. Este ejercicio curatorial no ha sido solo una descripción, sino una danza con su arte, un acto de amor al acto de crear. ¿Hacia dónde nos llevará la próxima obra de Yarime? Estoy listo para seguirte en este viaje.