Territorios de Memoria y Color (Curaduria) By: Jairo Sinder
02 de Julio del 2025 a las 20:33:14 0 Leído (40)
Territorios de Memoria y Color: El Canto Vivo de Yarime Lobo Baute
Por Jairo Sinder
En el corazón palpitante del Caribe, donde el río Guatapurí murmura leyendas y el vallenato teje la memoria como un acordeón que respira, Yarime Lobo Baute emerge como una hechicera del color y la palabra. No es solo una artista; es una arquitecta de sueños, una poeta del pincel que construye altares de luz en cada trazo. Sus 329 obras, agrupadas en 28 colecciones en Artelista, son un canto a la raíz, un desafío al olvido, un abrazo a la vida. Esta curaduría, escrita desde la entraña de un Caribe que se resiste a ser silenciado, se adentra en el universo de Yarime, una mujer que pinta con el alma y transforma el territorio en poesía.
La Alquimia de lo Eterno
Yarime Lobo Baute no crea arte; lo respira. Como arquitecta, ha aprendido a erigir estructuras que trascienden la materia: sus obras son refugios del espíritu, donde cada color es un verso y cada forma, un latido. Sus 28 colecciones, con títulos como YO SOY COMO TU - La Era del Florecimiento o Un Alma en Libertad (Vuelo sin fin), son un manifiesto de lo que significa ser caribeño: un cruce de caminos donde la alegría abraza el dolor, donde la memoria danza con el presente. Sus lienzos son espejos que reflejan Valledupar no como un lugar, sino como un sentimiento, un estado del alma que se niega a desvanecerse.
Con su técnica de “acupuntura macondiana”, Yarime sana el tejido de los espacios. Sus murales en barrios como Mareigua, Kennedy o El Carmen son más que arte: son rituales de comunidad, actos de amor que convierten el concreto en poesía viva. Cada pincelada perfora la indiferencia, inyectando vida a los muros, haciendo que hablen, que canten, que recuerden. Su obra es un diálogo con la gente, un susurro que dice: aquí estamos, aquí seguimos.
El Territorio como Corazón
En el universo de Yarime, el territorio no es un fondo; es el protagonista. Sus paisajes, vibrantes como un amanecer en el Cesar, no retratan la naturaleza: la invocan. En colecciones como Un Alma en Libertad, los ríos, las montañas y los cielos del Caribe se alzan como personajes que narran historias de resistencia y esperanza. Sus colores –rojos que arden, azules que susurran, verdes que respiran– son un homenaje al Guatapurí, ese río que no solo riega la tierra, sino que nutre el alma vallenata.
Su exposición de 2025, Las Cabañuelas del Guatapurí, en el Centro Comercial Guatapurí Plaza, es un testimonio de su devoción por la tierra. Con materiales reciclados y técnicas que abrazan los ciclos de la naturaleza, Yarime no solo pintó, sino que abogó. Esta muestra, abierta al público durante semanas, fue un grito suave, un llamado a proteger el agua, el aire, la memoria. En un mundo que a menudo da la espalda a sus raíces, Yarime planta una bandera de colores, recordándonos que el arte puede ser un acto de rebeldía ecológica, un canto que despierta conciencias.
La Poesía como Insurrección
Si el vallenato es el pulso sonoro del Caribe, la obra de Yarime es su eco visual. Su proyecto Valle de Poesía (2022) transformó un patio bohemio en Valledupar en un santuario donde la palabra, la naturaleza y el arte se funden. Con imágenes de niños, versos y elementos naturales, creó un espacio donde la tradición oral se alzó como un faro. Este no fue solo un proyecto artístico; fue un acto político. En un tiempo donde la globalización amenaza con borrar las identidades, Yarime apuesta por la poesía como insurrección, por el vallenato como bandera, por la comunidad como refugio.
Sus 329 obras en Artelista son un archivo vivo de esta lucha. Cada colección es un capítulo de una gran narrativa caribeña, tejida con hilos de amor, libertad y memoria. Proyectos como Hechos de Paz o Vallenato pa’l mundo entero, donde diseñó imágenes para el Festival de Vallenato, llevan el Caribe al escenario global sin perder su raíz. Su arte no se mira; se siente, se vive, se canta.
El Legado de un Macondo Vivo
Un capítulo luminoso en la trayectoria de Yarime fue su Estación Los Lobeznos, un hostal que marcó un hito en la narrativa de los espacios de hospitalidad en el Caribe. Inspirado en “Macondo, Música y Leyenda”, este proyecto fusionó arte, música y relatos en un refugio que no solo acogía viajeros, sino que los sumergía en la magia del vallenato y la tradición. Fue un laboratorio de ideas que inspiró a hostales y hoteles a repensar el turismo como un acto cultural, un encuentro con la memoria.
Yarime, a quien han llamado “poeta del pincel y la paleta”, es un faro en Valledupar. Desde el callejón de la Purrututú hasta el puente de Hurtado, su obra ha convertido la ciudad en un lienzo vivo. Esta curaduría, Territorios de Memoria y Color, es una invitación a caminar por su universo: 329 obras, 28 colecciones, un mapa del Caribe donde el color es resistencia, la memoria es lucha y el arte es vida. En cada trazo, Yarime nos susurra: el Caribe no se olvida, el Caribe canta.