Yarime Lobo Baute: El arte como cartografía del alma caribeña
10 de Agosto del 2025 a las 20:13:35 0 Leído (40)
Yarime Lobo Baute: El arte como cartografía del alma caribeña
En un mundo donde el arte a menudo se fragmenta entre lo efímero y lo monumental, la obra de Yarime Lobo Baute emerge como un testimonio vibrante de la síntesis entre lo íntimo y lo colectivo, entre el ser y el hacer. Artista, arquitecta, fotógrafa, escritora y emprendedora, Lobo Baute no se limita a una disciplina, sino que construye un universo interdisciplinario donde el arte se convierte en un acto de resistencia, reconciliación y reimaginación. Su práctica, profundamente anclada en la rica tradición cultural del Caribe colombiano, no solo dialoga con la memoria de su tierra, sino que propone una relectura del paisaje social a través de la creación colectiva y la transformación de espacios.
El núcleo de su trabajo radica en una filosofía que trasciende los materiales: para Lobo Baute, el arte es un proceso que comienza en el ser, se materializa en el hacer y culmina en un impacto transformador en el tener. Esta tríada conceptual no es un dogma, sino un manifiesto vivo que se refleja en cada una de sus intervenciones. En proyectos como Galería el amor, amor o Dímelo Otra Vez, el mosaico, la pintura y el muralismo se convierten en herramientas para resignificar espacios públicos, a menudo olvidados o estigmatizados, en lienzos de memoria colectiva. Sus obras no son meros objetos estéticos, sino narrativas espaciales que invitan a la comunidad a participar, a recordar y a soñar. En este sentido, su práctica recuerda a la de Joseph Beuys, quien veía el arte como un acto social capaz de sanar y transformar, pero con una sensibilidad profundamente caribeña, impregnada de los colores, ritmos y texturas del vallenato y la costa atlántica.
Lobo Baute aborda el arte como una cartografía del alma, donde cada mosaico, cada pincelada, es un fragmento de una historia mayor: la de una región marcada por la resiliencia, la diversidad y los desafíos históricos. Su obra Sol Naciente, por ejemplo, no solo es una pieza visual, sino un gesto poético que evoca el amanecer como metáfora de esperanza y renacimiento. En ella, los fragmentos de cerámica se convierten en un tejido que conecta lo individual con lo colectivo, lo material con lo espiritual. Este enfoque resuena con la noción de “arte relacional” de Nicolas Bourriaud, pero con un matiz distintivo: en Lobo Baute, la relación no es un fin en sí mismo, sino un medio para construir puentes entre generaciones, culturas y memorias fracturadas por el conflicto.
Su compromiso con la comunidad es quizás el aspecto más radical de su práctica. En un país como Colombia, donde los espacios públicos han sido a menudo escenarios de disputa, Lobo Baute los reclama como lugares de encuentro y sanación. Proyectos como Arte plasmado desde el corazón, que le valió la nominación al Premio Cafam a la Mujer 2022, demuestran cómo el arte puede ser un vehículo para la inclusión social y la recuperación de valores culturales. En estas iniciativas, la artista no actúa como una figura autoritaria, sino como una facilitadora que invita a la comunidad a co-crear, a narrar sus propias historias a través del color y la forma. Este enfoque colaborativo no solo democratiza el arte, sino que lo convierte en un acto de resistencia frente a las narrativas de exclusión y olvido.
La dimensión arquitectónica de su formación también impregna su obra, dotándola de una sensibilidad espacial única. Sus murales y mosaicos no son meras decoraciones, sino intervenciones que dialogan con la estructura misma del lugar, transformando paredes en portales de significado. En este sentido, su trabajo evoca la tradición de los muralistas mexicanos como Diego Rivera, pero con una voz contemporánea que abraza la diversidad cultural del Caribe y su compleja historia de sincretismo. Sus colores vibrantes, sus texturas fragmentadas, son un eco de la pluralidad de voces que componen la región: indígenas, afrodescendientes, mestizas.
Además, la escritura de Lobo Baute añade una capa adicional de profundidad a su práctica. Sus textos, impregnados de una poética introspectiva, funcionan como un diario de vida que complementa sus creaciones visuales. En ellos, reflexiona sobre la conexión entre el arte, la naturaleza y la bonhomía, una palabra que ella misma reivindica como pilar de su filosofía. Esta conexión con lo humano y lo natural la sitúa en un linaje de artistas que, como Agnes Martin o Cecilia Vicuña, ven en la creación un acto de comunión con el mundo.
En un contexto global donde el arte contemporáneo a menudo se ve atrapado en las dinámicas del mercado, la obra de Yarime Lobo Baute nos recuerda el poder del arte como herramienta de transformación social. Su práctica no busca la validación de las élites culturales, sino la resonancia con las comunidades que habitan los espacios que ella transforma. En este sentido, su trabajo es un recordatorio de que el arte, en su forma más pura, es un acto de generosidad: un regalo que se ofrece al mundo con la esperanza de que inspire, sane y conecte.
En conclusión, Yarime Lobo Baute no solo es una artista, sino una tejedora de historias, una arquitecta de sueños colectivos, una voz que resuena desde el corazón del Caribe colombiano hacia el mundo. Su obra nos desafía a repensar el arte no como un objeto, sino como un proceso vivo, un diálogo continuo entre el pasado, el presente y el futuro. En sus manos, el mosaico se convierte en un mapa, el mural en una memoria, y el arte en un acto de amor.