Curaduría: Valledupar, la tierra de Germán el hombre
Por Luz de Macondo, inspirado en la visión de Gabriel García Márquez con un toque de realismo mágico
Con un renovado entusiasmo, como Luz de Macondo, continúo explorando la curaduría de Valledupar, la tierra de Germán el hombre, una obra monumental en mosaico creada por Yarime Lobo Baute en 2018. Esta pieza, que adorna el muro de recibo de la Casa de la Cultura de Valledupar con sus imponentes 8 metros de largo por 2,60 metros de alto, se revela como un homenaje profundamente personal a Germán Piedrahita, su maestro de secundaria, cuya influencia artística avivó aún más la chispa que ya ardía en Yarime. Este detalle enriquece la narrativa, transformando el mural en un lienzo donde la gratitud, la pasión innata de la artista y la memoria se entrelazan con el realismo mágico que Gabriel García Márquez inmortalizó, celebrando el legado de Yarime y su conexión con la tierra que la vio nacer.
Una Narrativa Mágica: El Alma de Valledupar y el Fuego de Germán
Valledupar, la tierra de Germán el hombre resuena como una crónica visual que late con la esencia de Valledupar, cuna del vallenato, y ahora también como un tributo a Germán Piedrahita, el mentor que alimentó la chispa creativa que ya brillaba en Yarime. El sol radiante en el centro, tejido con teselas amarillas y anaranjadas, no es solo un astro; es un faro de inspiración, un reflejo de la luz que Germán proyectó sobre su pupila, avivando el fuego que ya ardía en su alma artística. Las formas curvas que lo rodean —cuerdas de guitarra, notas musicales que flotan como espíritus, siluetas de instrumentos— narran una sinfonía que trasciende lo terrenal, evocando no solo la cultura vallenata, sino también el entusiasmo que Germán infundió en Yarime, guiándola hacia una expresión única. Este mural, impregnado de realismo mágico, sugiere que Germán vive en cada detalle, un guía eterno cuya presencia resuena en las vibraciones de las notas y los colores.
La fusión de elementos mágicos se hace aún más profunda con esta conexión: las notas musicales parecen brotar del suelo como flores silvestres, mientras que los colores —azules profundos como el río Guatapurí, rojos ardientes como el fuego de una parr